Lechugas en bandejas flotantes

Lechugas con el sistema de bandejas flotantes. Las raíces quedan abajo y cogen los nutrientes del agua.

LECHUGAS criadas en una bandeja que flota sobre una solución acuosa. Lechugas que, desde que son una simple planta hasta que se recolectan para venderse en una frutería, no están en ningún momento en contacto con la tierra. Aunque pueda sonar a ciencia ficción, esta práctica agrícola es una realidad que va ganando terreno en los campos navarros.

Se llama hidroponía (del griego, cultivo en agua) y ya ocupa el 6% de las 235 hectáreas que en la Comunidad foral se dedican a los invernaderos.

La hidroponía, de forma sencilla, consiste en disolver en agua todos los nutrientes que un cultivo tradicionalmente toma de la tierra. Dicho de otro modo, la planta absorbe del agua, en lugar del suelo, aquellos minerales y demás sustancias que necesita para crecer. ¿Dónde se coloca y sujeta la planta si no hay tierra? Para ello existen unos soportes, pequeños paquetes denominados sustratos y hechos de materiales de nombres tan extravagantes como lana de roca o fibra de coco. Estos sustratos sujetan la planta y, al mismo tiempo, permiten que circule la solución acuosa. Pero la hidroponía ha dado una vuelta de tuerca en los últimos tiempos. Ya prescinde de este tipo de soportes. Lo más novedoso es cultivar directamente sobre la solución acuosa. Son las llamadas bandejas flotantes.

En este sistema, las plantas se colocan sobre bandejas de distintos materiales, convenientemente agujereadas o perforadas en función de la densidad y marco de plantación del cultivo. A su vez, las bandejas se colocan sobre estanques llenos de líquidos. De esta forma, las mismas bandejas flotando sobre el agua constituyen el soporte de los cultivos. Por los agujeros, las plantas echan su sistema radicular para tomar su "alimento" de la solución acuosa.

Más producción

La hidroponía es mucho más rentable para un agricultor que el invernadero tradicional. Se pueden plantar más lechugas u otros cultivos por metro cuadrado (mayor densidad) y el ciclo vegetativo que necesita un producto para madurar se reduce de forma significativa. Estas dos condiciones dan como resultando una mayor rentabilidad a los titulares del invernadero. Así lo afirmó ayer el gerente del Instituto Técnico y de Gestión Agrícola (ITG A), Javier Sanz. "Por ejemplo, en tomate la producción es un 25% superior a la de un invernadero clásico y en verduras y cultivos de hojas se consigue hasta un 100% más de cosecha", apuntó el directivo en la presentación del libro Cultivos hidropónicos en invernadero. Se trata de una guía que recoge los principios fundamentales de esta práctica agrícola, elaborada por el equipo del ITGA de invernaderos encabezado por Juan Antonio Del Castillo y que se venderá a través de pedidos en la página web de esta sociedad pública.

Más kilos, pero sin restar ni un ápice la calidad de los productos. Muchas verduras y tomates que se ven en las fruterías fuera de temporada a precios elevados y que demandan restaurantes porque tienen un excelente sabor proceden de prácticas hidropónicas. Javier Sanz defendió la calidad organoléptica de los productos hidropónicos. Explicó que la calidad alcanza su máximo potencial en estos cultivos porque han sido cultivados en un control máximo de sus condiciones.

"La hidroponía no ha de verse como algo artificial. Sería un error. La hidroponía lo que hace es controlar al máximo las condiciones que necesita un cultivo y proporcionárselo para que su producción alcance su máximo potencial", afirmó el director general de Agricultura y Ganadería del departamento de Desarrollo Rural, Ignacio Guembe Cervera. "Otra cosa es que la gente quiera entender que si no está en la tierra ya no es tan bueno. Esa idea es respetable, pero no correcta".

Un puesto de trabajo

Cuando la crisis está golpeando al sector agrícola, el invernadero es el sistema productivo más rentable por metro cuadrado. Tanto que el Instituto Técnico y de Gestión (ITG) considera que es una actividad atractiva para aquellos jóvenes que deseen crearse su propio puesto de trabajo. Para alguien que no posea ni un terreno, hacerse con 5.000 metros cuadrados y equiparlo requiere menos de 300.000 euros. Esta inversión gozaría de subvención de Desarrollo Rural que, según el director general, Ignacio Guembe, podría llegar hasta el 50% de la inversión. Sin olvidar el asesoramiento continuo de técnicos del ITGA, Guembe animó a que los jóvenes se interesen por esta práctica agrícola. De momento, el ITGA abre mañana a todos los interesados las puertas de su finca de Sartaguda para enseñar cómo funciona la hidroponía. Un dato, la facturación media de un invernadero en Navarra supera los 65.000 euros al año.