El alquiler de colmenas para polinización, un negocio rentable

Desde hace una década José García Torres se dedica a una profesión de alto riesgo y nocturnidad. Alquila colmenas para la polinización de flores en invernaderos, una alternativa a la compra de insectos producidos de manera industrial. Como él mismo dice "es muy peligroso, pueden llegar a matar", pero tomando las debidas precauciones (trabajar de noche, cuando las abejas no ven, y endosarse el kit de trabajo, compuesto de mono, gorro con malla, botas, guantes y chaqueta), es capaz de 'amaestrarlas' y hacer que un cultivo invernado de melón o sandía sea mucho más rentable, del mismo modo que plantaciones de calabacín, berenjena, pimiento, almendros, ciruelos o manzanos, entre otros. 

Uno de sus clientes, el agricultor Francisco Fernández López, da fe del buen hacer de García Torres y sus polinizadoras. "Si no las utilizara no cuajaría ni el 30% de la plantación" de frutas de temporada y "no tendría la misma calidad". 

El coste de este tipo de servicio no es elevado. El alquiler de cada colmena cuesta 50 euros para el periodo de floración. Cada hectárea necesita entre cuatro y seis colmenas, dependiendo de factores como el estado en que se encuentra el cultivo, su densidad o la climatología. 

En el caso del melón, las abejas actúan durante unos siete días dentro del invernadero, y en el de la sandía el tiempo se duplica, aunque esta duración puede variar. "Cuando llueve o hace mucho viento o frío los insectos no trabajan", explica el apicultor. Entonces es necesario ampliar el periodo de acción de los insectos. En cambio, soportan mucho mejor el calor. 

"Si sube la temperatura se juntan delante de la puerta de la colmena o 'piquera' para que los pollos (crías) no se asfixien, pero siguen trabajando". 

El periodo de mayor actividad de García Torres se concentra en dos meses y medio. "Empezamos con el alquiler desde el 2 o el 3 de febrero al 10 de mayo". A lo largo de estas semanas apenas tiene tiempo para dormir. Su actividad se desarrolla por la noche para poder manipular las abejas con mayor seguridad, tanto para él como para los trabajadores. "Anoche dormí dos horas en la carretera mientras esperaba a un cliente". 

Además de en la provincia, otras de las zonas en las que trabaja el apicultor son Málaga o Granada. Ya en junio se traslada a la zona del Manzanares, en el sur de Madrid. "Allí hay mucho melón y sandía, pero sobre todo al aire libre". 

La principal diferencia con los cultivos bajo plástico es su mayor inocuidad respecto a la salud de las abejas. "Al abierto sufren menos, y aquí se mueren más por los plásticos". Sin embargo su tasa de mortalidad es menor que hace unos años, "antes había más problemas por los residuos y los fitosanitarios que se echaban en los cultivos". 

García Torres coge entre sus dedos un pequeño 'proyecto' de melón. Es apenas una pequeña bolita verde con pelos de la que nace una pequeña flor aún cerrada. "Éstas son las hembras, cuando no tienen melón son flores macho", comenta el apicultor. 

Las abejas se dedican a libar el néctar de las flores para producir miel, y gracias a su acción se facilita la polinización. Según datos de una web especializada en abejas, www.curandote.com, cada ejemplar recorre 40 kilómetros y visita unas 7.200 flores para producir solo cinco gramos de miel. Gracias a este ir y venir cotidiano se produce el milagro de la vida natural. "Dicen que si las abejas desaparecieran no podríamos vivir". 

La miel que produce su colonia al paso por los distintos invernaderos es para consumo propio y para regalos a amigos y familiares. En los últimos años, el "alto" precio de este producto ha provocado que haya más dificultad para poder comprar colmenas, "como la miel vale dinero ya no quieren venderlas". 

El coste de cada colmena oscila entre los 100 y 120 euros. El empresario escoge siempre las mejores, "las que tienen los doce cuadros completos y llevan muchas abejas". Para adquirirlas se desplaza a Murcia y Valencia. 

"Empecé con 50. Ahora tengo unas 500 y cada año tengo que comprar unas diez o doce nuevas porque los insectos se van muriendo". Una de las causas principales es el ácaro de la varroa, un parásito que pone sus huevos en las celdas de zánganos y obreras, mata a las larvas y "roe" las alas de los adultos. Para erradicar la plaga, muy común, es necesario aplicar un producto específico en las paredes de la colmena apto para su aplicación en las mismas, ya que las abejas "son muy listas y cuando huelen algún producto químico no trabajan".