Conforme avanzan la tecnologías en agricultura intensiva, los productores
tienen que adentrarse en nuevos conceptos para poder entender el funcionamiento
y las ventajas que aportan. Dichas tecnologías, aunque pueden ser controladas
por sofisticados equipos de cómputo, siempre requerirán del toque humano para
dar el mejor resultado. Tal es el caso de los invernaderos y sus
componentes.
En la actualidad, existen diversos tipos de estructuras que ofrecen ventajas
para ciertos climas; pero la realidad es que, mientras la mayoría de los
invernaderos han sido diseñados para conservar energía y calentar el ambiente en
el interior, en México la situación y las necesidades son muy diferentes.
Conservación de energía
Por ejemplo, debido a las bajas temperaturas y a la falta de luz en el
invierno, en Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Japón y los Países Bajos, las
estructuras y cubiertas de invernaderos están diseñadas para aumentar la
captación de la luz y la energía que ésta genera. Según estudios realizados en
estos países, el déficit de luz en invierno puede representar hasta un 30% menos
que en los meses de primavera y verano. Igualmente, la falta de luz provoca una
mayor condensación y una temperatura más baja en el interior del invernadero.
Por ello, los sistemas que se utilizan en estos países son diseñados para
calentar el invernadero, aumentar los niveles de CO2 de manera artificial y
conservar la energía de la mejor manera posible.
Ventilación y cubierta
En cambio, en los países mediterráneos como España, Francia, Italia,
Marruecos y Turquía, las estructuras están diseñadas para aprovechar las
condiciones climatológicas y no requieren de mayores aplicaciones de tecnología
que las que sirven para ventilar correctamente el invernadero.
Las diferencias en ambos sistemas son bastante notables, y también los
rendimientos, ya que mientras en los invernaderos de alta tecnología se obtienen
de 50 a 70 kilogramos de tomate por metro cuadrado, en las cubiertas de los
países mediterráneos los rendimientos promedio son de 25 a 30 kilogramos de
tomate por metro cuadrado.
Adaptación de tecnologías
Sin embargo, las condiciones en México son realmente diferentes. Aunque
existe una mayor disponibilidad de energía luminosa (como en los países del
Mediterráneo), las variaciones climatológicas son mayores, y en muchos casos se
requieren instalaciones de calefacción para obtener producciones de 50 a 60
kilogramos de tomate por metro cuadrado.
Ahora bien, existen zonas o regiones en donde las nuevas tecnologías
requieren una adaptación para obtener altos rendimientos con una climatología de
elevadas temperaturas. Tal es el caso de Baja California y Sonora en el verano,
o de Chiapas, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí y Veracruz, donde
los invernaderos deben calentarse durante la noche y enfriarse durante el día.
Todo un reto, si consideramos las variaciones del clima y las necesidades de los
cultivos.
Para ajustarse a las nuevas tecnologías de los invernaderos en estas
regiones, el productor deberá manejar una serie de datos que incluyen una
evaluación integral de varios factores enumerados en la tabla adjunta.
Rentabilidad
Al identificar estas variables, el productor podrá aplicar mejor la
tecnología para los cultivos de lechuga, pimiento, tomates o pepinos,
adaptándola según sean las características de la climatología de su región y del
tipo de invernadero o cubierta disponible.
Como en todos los procesos, a mayor inversión y disponibilidad de equipos,
mayor podrá ser el rendimiento. En el caso de la disponibilidad de luz en el
invernadero se deberá medir tanto la intensidad por hora/día como la duración,
para estimar en qué porcentaje se cubren las necesidades de la planta.
Con respecto a la ventilación, se deberá identificar la entrada de aire
fresco (capacidad de ventilación), así como la circulación del mismo y la
extracción del aire caliente.
Para efectos del control de la temperatura, el productor cuenta con la
información proveniente de la humedad relativa, las variaciones de temperatura,
así como las aplicaciones de una serie de equipos, a saber, riego, calentadores,
ventiladores, termostatos, nebulizadores, muros húmedos, medidores o charolas de
drenaje, y por supuesto operación de ventilas cenitales o de los laterales del
invernadero.
Registro de datos
Para obtener el mejor resultado, el productor más avanzado deberá también
considerar que la mejor lectura e interpretación del control de la temperatura
no está en las gráficas o la lectura diaria de los equipos de medición y
control, sino en la misma planta.
Por lo anterior, los nuevos conceptos de medición se refieren al diámetro del
tallo, el crecimiento semanal de la planta, la altura y disposición de la
floración, el tamaño de la hoja (cm), el número de hojas por planta, la densidad
(plantas/m2), el número de frutos por planta y racimo y el número de frutos por
unidad de superficie.
Con esta información, el productor podrá determinar el desarrollo de su
cultivo y monitorear si las condiciones climatológicas son las más adecuadas.
Estos nuevos conceptos se relacionan directamente con la transferencia de
energía del invernadero (ambiente controlado) hacia la planta y los frutos.
Actualmente, se recomienda medir el ciclo fenológico, la velocidad de la
floración, el rendimiento semanal por metro cuadrado, el rendimiento total, el
porcentaje de frutos de primera y el promedio del tamaño de los frutos.
Finalmente, los indicadores de un buen resultado en el manejo del invernadero
(señales ocultas) serán la temperatura del agua, el consumo diario (mL/m2), el
porcentaje de drenaje, la conductividad eléctrica (CE) del drenaje y del gotero,
el pH de estos mismos elementos y el tiempo de irrigación (del primer al último
riego).
Si usted está registrando estos datos, estamos seguros de que podrá mejorar
el manejo de su invernadero y aumentará los rendimientos de una manera económica
y segura.