El aumento de la población lleva consigo una mayor demanda de alimentos, lo que para el caso de las hortalizas se ha intensificado aún más, debido a los nuevos hábitos que la población está adquiriendo en su consumo. Lo anterior, a raíz de sus efectos positivos para la salud humana, pues ahora son consideradas como alimentos funcionales, es decir, que su ingesta promueve beneficios (por los antioxidantes, por ejemplo), que van más allá de lo que sus nutrientes por si mismos pueden otorgar.
En este contexto, cabe comentar que los ritmos naturales de producción asociados a las estaciones del año no permiten cubrir esta demanda en alza, con lo que se hace necesario el uso de tecnologías para acelerar una serie de procesos en las plantas, de entre las cuales, los invernaderos han supuesto buenas respuestas a climas extremos con producciones en contra-estación y también en plena temporada a velocidades mayores si se quieren comparar con otras al aire libre.
Pese lo anterior, en nuestro país hay poca investigación y desarrollo en estas estructuras y el beneficio logrado es escaso sobre todo para los centros demográficos alejados de la zona central, que es la productora de hortalizas por excelencia, advirtiéndose también y en datos muy resumidos, que aunque existe este enorme polo productivo, estamos lejos de lograr la oferta y consumos sugeridos por la OMS (para nuestro país se debe aumentar cercano a un 100%), lo que justifica entre otras cosas, dar mayor atención a esta herramienta en zonas no convencionales.
Las líneas de trabajo en invernaderos involucran estudiar el microclima interno, las características de sus estructuras, y las consecuencias que esto trae sobre los cultivos una vez que son instaurados dentro del invernáculo, y que tienen una valoración sensiblemente diferente en relación a la latitud en dónde se halle la estructura (a mayor latitud o más al sur estemos, más riguroso debe ser el criterio de construcción por la carencia natural de energía que recibe el planeta en esas localidades).
Por lo anterior, el mercado debe especializarse y ofrecer parámetros técnicos sólidos para la toma decisiones sobré el cómo, cuándo y dónde construirlos, asociados a otras tecnologías como el riego tecnificado, el que no debe ser considerado como complementario, como es ahora, sino como indispensable para asegurar la calidad y sanidad de los cultivos. Esto último significa aumentar los costos de inversión, debiendo poner atención sobre cómo maximizar el beneficio obligándose a considerar las variables técnicas que hasta ahora, son prácticamente desconocidas y que perjudican sobre todo al agricultor más sencillo.
La producción en invernadero, exige entradas de insumos como mano de obra, agua, "energía artificial" (control activo) y/o energía solar, entre otras, para derivar en la deseada producción. En los cultivos bajo invernadero de nuestro país, no es común el uso de un control activo de energía (por cosa de costos), lo que trae por consecuencia que las cantidades y calidades de productos estén más condicionados a la dinámica energética estacional (Tº, luz, etc.), en base a invernaderos pasivos o solares, en los cuales las ventajas producidas se deben a la bondad per se de las estructuras para comportarse como un colector solar físico, que generará condiciones para el crecimiento y desarrollo de los "colectores biológicos": las plantas.
Cuando el invernadero no está dotado de medios de climatización artificial, el clima exterior determina en gran parte el clima interno por captura de energía. Se ha descrito que un 1% menos de energía, implica un 1% menos de productividad. Esto cobra más importancia cuando se sabe que la mayoría los invernaderos de la zona sur, trabajan con una eficiencia energética en torno 30 a 50%.
Por lo anterior, los criterios antes mencionados de construcción y elección de materiales y apoyo técnico cobran importancia variable que repercutirán en la sanidad del cultivo (evitando excesivas pérdidas por pudriciones y/o deficiencias nutricionales) y, por lo tanto, en la seguridad de oferta de los productos.
Si por último, se considera que la más del 85% de los invernaderos de la zona centro sur y sur, está en manos de pequeños productores, y que tienen por objetivo ayudar en el desarrollo familiar, entonces, saque usted sus propias conclusiones.