En invernadero: tomate seguro y rentable

CUATRO CAMPESINOS de Marinilla se asociaron para sacarle provecho al tomate y desde hace un año trabajan en su propio invernadero. Ya van por su segunda cosecha y aseguran que bajo el plástico hay un negocio redondo.
 
Es uno de esos campesinos que no se "vara", todo lo pregunta, aprende muy fácil y se arriesga si cree que hay un buen negocio, tal como ocurrió cuando decidió cultivar tomate bajo invernadero.

El riesgo les ha dado buenos frutos a José Manuel Castaño y a sus tres colegas con quienes se asoció para hacer un préstamo, asesorarse con programas gubernamentales y montar un cultivo de cuatro mil metros cuadrados.

El crédito para el grupo fue de 60 millones de pesos, y con eso armaron dos invernaderos en Marinilla, con un precio individual de 25.000.000 de pesos.

Ambos están fraccionados en espacios de mil metros que son trabajados por los dueños.

Entre los cuatro ya sacaron las primeras cosechas y la semana pasada empezaron de nuevo con la siembra. Eligieron el tomate chonto variedad torrano porque tiene mejor mercado.

Las semillas las reparten, en hileras, cada 30 centímetros. Aunque a José Manuel en las capacitaciones le explicaron que lo hiciera cada 40 centímetros, los experimentos, dijo, le han permitido reducir el rango y aumentar la productividad.

En mil metros cuadrados siembran unas tres mil plantas, en un proceso que les cuesta en promedio 1.200.000 pesos dispuestos principalmente para abono y riego.

En adelante, cada día el cultivo recibe agua y cuando pasan dos semanas comienzan a amarrar las plantas a la parte de arriba del invernadero para mantenerlas rectas.

Un mes después deben hacer el trabajo que cumple por estos días en una de las fracciones la socia Ligia Soto Giraldo: desyerbar con la mano para luego abonar.

La experiencia que tiene Ligia en este trabajo es el tiempo del proyecto: un año. Sin embargo, contó que lo aprendió fácil y aunque lo más duro fue el calor del invernadero, ya se acostumbró: al principio perdió cinco kilos de peso.

A los dos meses abonan el lote de nuevo y dos semanas después, más o menos, empiezan a recoger tomates.

La planta dura unos cinco meses en producción y luego es reemplazada para iniciar otra vez el ciclo. Para un espacio de mil metros cuadrados todo el proceso puede costar alrededor de 4.000.000 de pesos.

En la cosecha pasada cada mata dio alrededor de 8.5 kilos del producto, pero José Manuel espera que la mayor experiencia de los socios haga que la cifra aumente.

Estiman vender cada kilo a un promedio de 850 pesos. Haciendo cuentas, en un kilo deben invertir 450 pesos y por eso si lo venden a 500 ya le están ganando.

Si todo sale como lo planeado, podría sacar de un lote de 3.000 plantas alrededor de 25.000 kilos de tomates que dejarían entre 12.000.000 y 14.000.000 de pesos.

Mejor que al aire libre
No es la primera vez que José Manuel Castaño se mete en este negocio. Antes lo cultivaba al aire libre pero ahora, opinó, ya no se puede.

El labriego contó que con la cantidad de lluvia que cae los riegos que reciben las matas se lavan sin hacer efecto y se pierda plata.

La inversión cree, está más segura en el invernadero y por eso experimenta sembrando matas de tomate cada 25 centímetros y reservó dos hileras del cultivo para probar cómo le va con el pepino. No descarta, tampoco, seguir la "caña" de alguien que le comentó que las tierras de Marinilla son buenas para el durazno.
   
Clasificación para los tomates
En la anterior cosecha José Castaño y Ligia Soto cultivaron tomate tipo cherry, de uno a tres centímetros de diámetro que se consume como pasabocas o en cocteles, pero no les fue bien con la comercialización.

Esta vez se fueron por el que creen tiene mejor mercado, el chonto, que pesa entre 70 y 220 gramos. Otras clases comunes son el milano, que se come maduro o verde en ensaladas, y el industrial, que se procesa en salsas y pastas.


1. Corpoica, la Gobernación de Antioquia y la FAO recomiendan en un manual no sembrar tomate donde se hayan cultivado especies como pimentón, berenjena, ají o uchuva.

2. También se sugiere que antes de armar el invernadero se realice un estudio para determinar si el suelo tiene la composición biológica que permita el desarrollo eficiente del cultivo.

3. El suelo debe tener, además de fertilidad, una buena capacidad de drenaje, pues con un alto nivel freático la mata está más propensa a ser atacada por enfermedades.

4. El invernadero debe estar cerca de fuentes hídricas libres de contaminantes. Se recomienda la adecuación de un pozo de reserva para las épocas de sequía y el uso de bombas.

5. El cultivo queda mejor ubicado lejos de carreteras destapadas o zonas con mucho polvo, pues la acumulación de partículas en el plástico afecta el paso de los rayos solares.

6. La zona del invernadero debe ser de topografía plana, pero si es una pendiente, ésta no debe superar el 20 por ciento. La orientación debe permitir la mayor penetración de luz.